27.4.20

En otro tiempo, bajo auspicios distintos

[4) Мысль и речь не успевают за переживанием вдохновенного, поэтому художник волен выражаться не только общим языком (понятия) но и личным (творец индивидуален), и языком, не имеющим определенного значения (не застывшим), заумным. Общий язык связывает, свободный позволяет выразиться полнее.

5) Слова умирают, мир вечно юн. Художник увидел мир по-новому и, как Адам, дает всему свои имена. Лилия прекрасна, но безобразно слово лилия, захватанное и “изнасилованное”. Поэтому я называю лилию еуы — первоначальная чистота восстановлена.

3. Лучше заменять слово другим, близким не по мысли, а по звуку (...)

1) Новая словесная форма создает новое содержание, а не наоборот.]



[4. El pensamiento y el discurso no pueden estar a la altura de la experiencia emocional de alguien inspirado; por lo tanto, el artista es libre de expresarse no sólo en un lenguaje común (conceptos), sino también en uno privado (un creador es individual), así como en un lenguaje que no tiene un significado definido (no está congelado), que es transracional. Un lenguaje común limitante; uno libre, permite una expresión más completa (…).

5. Las palabras mueren, el mundo permanece siempre joven. Un artista ha visto el mundo de una manera nueva y, como Adán, da nombre a todo. Un lirio es bello, pero la palabra “lirio” está manchada de dedos y violada. Por este motivo, al lirio lo llamo “ehui”, y así se restablece su pureza original (…).

3. Es mejor sustituir una palabra por una que suene de forma similar que por una que signifique una idea similar (…).

1. La nueva forma verbal crea un nuevo contenido, y no viceversa.]

*Rovente futurista, dir: Piero Illari, 1924.
*слово как таковое. Velimir Jlébnikov, Alexei Kruchenij, 1913.

23.4.20

La muerte, después de todo, es inmortal


   


       [From inside the pot on the stove someone threatens thes stars with
a wooden spoon.
       Otherwise, cloudless calm. The shepherd's hour]


      
[Desde dentro de la olla en el fogón alguien amenaza a las estrellas con 

una cuchara de palo.
      Por lo demás, calma sin nubes. La hora del pastor.]



*Clay Pigeons. Blaze Foley, 27.12.1988.
*Sin título. Charles Simic, 1985 [trad. Mario Lucarda]. 

16.4.20

Nuestras anatomías nocturnas


[Illan hämyssä
Vapahtaja kulkee karjasuojissa,
navetassa, sikalassa, tallissa, kanalassa,
tahtoo vilkaista synnyinpaikkojaan,
tervehtiä eläimiä
joitten seimessä hän kerran kapaloituna
sai nukkua ensimmäistä unta.

Kaikki on muuttunut.
Eläimet katsovat häneen rautojen välistä,
vankeuden nöyryyttäminä,
silmissä tuska ja toivottomuus.
Tuntevat Hänet, korottavat äänensä:
Synny uudestaan, Vapahtaja,
synny meille.
Ihmiset veivät sinut.

Pitivätkö he sinua hyvin?]


[Al atardecer
el Redentor se da una vuelta por los corrales de ganado,
por los establos, pocilgas, cuadras y gallineros,
quiere echar una mirada a su lugar de nacimiento,
saludar a los animales
entre los que una vez durmió
en pañales su primer sueño.

Todo ha cambiado.
Los animales lo contemplan a través de la rejas,
humillados en su cautiverio,
con angustia y desesperación en los ojos.
Lo reconocen, le gritan:
Vuelve a nacer, Redentor,
nace para nosotros.
Se te llevaron los hombres.

¿Te cuidaron bien?]


*The neighborhood. Hollie Chastain.
*Legenda, Eeva Kilpi, 1987 [trad. Francisco J. Úriz]

9.4.20

La ventana de mi ventana


[Toda nuestra socialización corre el riesgo de verse transformada por la digitalización acelerada de nuestras sociedades, corolario del “quédate en casa” y el “distanciamiento”. La urgencia sanitaria volverá aún más imperiosa –o absolutamente caduca– la pregunta acerca de si se puede seguir viviendo sin Internet . En la actualidad, todo el mundo debe llevar consigo un documento de identidad; no faltará mucho para que un teléfono móvil no solo sea una herramienta útil, sino un requisito con fines de control. Además, como las monedas y los billetes constituyen una fuente potencial de infección, las tarjetas de crédito, nuevos garantes de la salud pública, permitirán que cada compra sea identificada, registrada y archivada. “Crédito social” a la china o “capitalismo de vigilancia”: la regresión histórica del derecho inalienable a no dejar huella del propio paso cuando no se ha transgredido ninguna ley se está instalando en nuestras mentes y nuestras vidas sin toparse con otra reacción más que una estupefacción de adolescente inmaduro. Coger un tren sin dar a conocer tu estado civil, usar tu cuenta bancaria en línea sin facilitar tu número de teléfono móvil y pasear sin ser grabado era prácticamente imposible ya antes del coronavirus. Con la crisis sanitaria, se ha franqueado un nuevo límite. En París, hay drones que vigilan las zonas de acceso prohibido; en Corea del Sur, hay sensores que alertan a las autoridades cuando la temperatura de un habitante representa un peligro para la población; en Polonia, los habitantes deben elegir entre instalar una aplicación de verificación de la cuarentena en su teléfono móvil o recibir visitas imprevistas de la policía a sus domicilios . En tiempos de catástrofe, este tipo de dispositivos de vigilancia recibe el apoyo popular; no obstante, siempre sobreviven a las condiciones que los vieron nacer.]

*Nineteen Eighty-Four, Jonathan Burton 2014.
*¡Ahora mismo!, Serge Halimi, 2020 [completo aquí]

3.4.20

La sombra madre

[Hay dentaduras atormentadas. Tal era el caso de ésta, propiedad de la señora Virginia Woolf. Cuando la dueña de esta dentadura cumplía apenas treinta años su médico psiquiatra elucubró una teoría según la cual sus males sentimentales provenían de un exceso de bacterías acumulado en torno a las raíces de sus dientes. Resolvió extraerle tres de ellos -los que parecían más afectados. No sirvió de nada. A lo largo de su vida le extrajeron varios más. No sirvió de nada, rien de rien. La señora Woolf murió por mano propia, con muchos dientes falsos. Sus conocidos no la vieron sonreír más que en su funeral. Dicen que, ya muerta, reposando en el ataúd entreabierto en el centro de su sala, desplegó una sonrisa que iluminó su semblante afilado, anémico e inteligente. ¿Quién da 8.000 pesos por esta dentadura torturada? ¿Quién? ]

*Virginia Woolf, Vanessa Bell, Adrian Stephen, 1892.
*La historia de mis dientes. Valeria Luiselli, 2013.