25.4.15

23.4.15

Menester es demoler




[Digo que al enfrentarme con Robot
yo había calculado los dos riesgos que siguen:
uno, el de las preguntas contenciosas
que irían al fichero de su caja interior;
y otro, el de su dialéctica infernal,
tendiente a promover y medir el vacío.
Por lo cual, en presencia de Robot,
y cuando el pedagogo ya iniciaba el discurso,
yo le arrojé a la boca
mi puñado de arena.
Se oyó en los mecanismos internos de Robot
un estallar de alambre y válvulas heridos:
trastabilló un instante sobre sus pies tozudos
y al fin se desplomó con fragores de lata.
Después, con un martillo, lo reduje a fragmentos
y sobre su chatarra bailé piadosamente.]


*Odas para el hombre y la mujer. Leopoldo Marechal, 1929.
*El poema de Robot [fragmento]. Leopoldo Marechal, 1966.

2.4.15

Todo empezó así



[A w którymś momencie opowiedziała nam następującą historię: 

 –Zobaczyłam kiedyś w filmie Buñuela osobliwą scenę. Fernando Rey, ulubiony aktor Buñuela, zawsze z bródką, zawsze lekko lubieżny, idzie ulicą, a w załomie muru siedzi starucha z rozpuszczonymi siwymi włosa­mi. W ręku trzyma tamborek, na który naciągnięta jest ociekająca pomyjami szmata. Chichocząc w bezzębnym uśmiechu, cudownym jedwabiem haftuje na tej szmacie lilie. Oto scena, która usprawiedliwia istnienie ki­na – powtarzałam przyjaciołom. A potem ten film pokazano w telewi­zji. Patrzę, idzie ulicą Rey, żadnej staruchy nie ma, jest kobieta, dosyć młoda, która rozciąga na ramach ślubne welony. Tak że przestrzegam: w najlepszej wierze mogę opowiadać rzeczy, których nie było.]

[En algún momento nos contó la siguiente historia: 

–Una vez vi en una película de Buñuel una escena extraordinaria. Fernando Rey, el actor preferido de Buñuel, siempre con su barba, siempre levemente lascivo, caminaba por una calle, y en el hueco de un muro había una vieja sentada con la gris cabellera suelta y sujetando un bastidor de bordado, sobre el cual se extendía una tela muy sucia. Con una risilla desdentada, la vieja estaba bordando lirios sobre aquel trapo inmundo con un maravilloso hilo de seda. «He aquí la escena que justifica la existencia del cine», solía repetir a mis amigos. Después, emitieron la película en la televisión. Y así vi a Fernando Rey caminando por la calle, pero no había ninguna vieja, sino una mujer bastante joven extendiendo velos nupciales sobre unos bastidores. De modo que lo advierto: aun con toda la buena fe por mi parte, puedo contar cosas que jamás existieron.] 

*Wisława Szymborska,  «***», en Godzina dla Adama. Wspomnienia, wiersze, przekłady [Una hora para Adam. Recuerdos, poemas, traducciones], Cracovia, 2000.
 *En Trastos, recuerdos, una biografía de Wisława Szymborska [trad. Elzbieta Bortkiewicz y Ester Quirós]. Anna Bikont y Joanna Szczęsna, 2015.