[Trascripción, tal vez imperfecta, de la segunda conferencia perteneciente al curso en torno a nociones de vaguedad impartido en el Centro de Arte en Juego, Madrid. La ponencia en esta ocasión corrió a cargo del multifacético artista polaco Marcz Deplacié.]
Ante todo, y asumiendo su alguedad, hemos de considerar: ¿qué algo es el clismón? Describámoslo: cubo perfecto representado en perspectiva del que sólo vemos tres caras. Del cruce intermedio de las tres caras, de sus respectivas intersecciones, más bien, emanan sucesivos círculos concéntricos que crecen hasta detenerse en los bordes externos del cubo, quedando parcialmente mutilados en su mayoría. Mientras que el cubo sugiere de manera inmediata la percepción de profundidad e incluso cierto relieve, la trama formada por las sucesivas circunferencias aplasta literalmente ese crecimiento y anquilosa la figura en la superficie, la fija en la planicie del soporte y la desgaja de su pura y simple naturaleza ilusoria. Estamos, pues, ante una contradicción implícita, una frustración de la forma.
Abordemos la cuestión desde el ámbito de la frase hecha. Frente al clismón acude inevitablemente a nuestra mente, con la urgencia de la micción contenida, el tópico de “la cuadratura del círculo”. En efecto, en el clismón encontramos los dos elementos necesarios para concebir tan paradójico fenómeno; lo circular y lo cuadrado. Sin embargo, observemos con detenimiento el clismón; ¿qué elemento actúa de manera más evidente sobre el otro? ¿No habíamos convenido hace un minuto que es la malla de círculos la que parece constreñir al cubo emergente, y no al revés? ¿No sería, por tanto, la circularidad la fuerza activa en el conjunto? Si bien la cubicidad se debate por su proyección externa, el muro de contención concéntrica le supera. ¿No deberíamos, por tanto, hablar más bien de la circularidad del cuadrado (cúbico), añadiendo con ello un grado más de contradicción, no sólo a un nivel geométrico, sino también fraseológico? Ya hemos dado, de esta manera, un paso importante a la hora de desentrañar el ínclito sentido del clismón, de desvelar tópicos y confusiones. Y por favor, no confundamos la circularidad con la circulatura, la circunferenciación, ni mucho menos con la circunvalación, noción que implica la evasión, el vadeo, la huida de la problemática. ¿Tanto esfuerzo para huir luego? Sería estúpido, con perdón.
En Informe Selt sobre el estado actual del Objeto Maravilloso [Clismón]
Abordemos la cuestión desde el ámbito de la frase hecha. Frente al clismón acude inevitablemente a nuestra mente, con la urgencia de la micción contenida, el tópico de “la cuadratura del círculo”. En efecto, en el clismón encontramos los dos elementos necesarios para concebir tan paradójico fenómeno; lo circular y lo cuadrado. Sin embargo, observemos con detenimiento el clismón; ¿qué elemento actúa de manera más evidente sobre el otro? ¿No habíamos convenido hace un minuto que es la malla de círculos la que parece constreñir al cubo emergente, y no al revés? ¿No sería, por tanto, la circularidad la fuerza activa en el conjunto? Si bien la cubicidad se debate por su proyección externa, el muro de contención concéntrica le supera. ¿No deberíamos, por tanto, hablar más bien de la circularidad del cuadrado (cúbico), añadiendo con ello un grado más de contradicción, no sólo a un nivel geométrico, sino también fraseológico? Ya hemos dado, de esta manera, un paso importante a la hora de desentrañar el ínclito sentido del clismón, de desvelar tópicos y confusiones. Y por favor, no confundamos la circularidad con la circulatura, la circunferenciación, ni mucho menos con la circunvalación, noción que implica la evasión, el vadeo, la huida de la problemática. ¿Tanto esfuerzo para huir luego? Sería estúpido, con perdón.
En Informe Selt sobre el estado actual del Objeto Maravilloso [Clismón]
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