[Laura guarda il mare come lo sanno guardare solo certi figli del
del
Nord-Est. Ma Venezia non è mare, è solo un ideale che non puoi
abbracciare mai, e poi mai. Sposta i capelli sulla spalla destra e
scopre quel disegno fatto di nascosto a suo padre, ma adesso anche il
parroco ha un tatuaggio con su scritto "l'anima mia è di Dio”. Il tempo
non si ferma, non si è mai fermato e quello che è passato chissà dove è
andato. Forse in quel cassetto dove nascondevo la carta stagnola o nel
Bar da Mauro.
Maledetto il giorno in cui mi son fidato di questo paese lurido, sperduto, imbarazzato, freddo, grigio, solitario, disastrato, dove ho creduto di esserti vicino, ma vicini eran solo i guai ed i tuoi. L'ambulanza grida e porta via mio padre, il sangue ormai è seccato. Almeno te l'ho presentato, poi sono scappato. Firenze, Rimini, Ferrara, la piana e l'autostrada.
Ma il sole risorge ogni
giorno, e ogni giorno i ragazzi al parco si fanno. Giù da questo
scoglio, giù nel mare in verticale giù e poi nuotare, non c'è altro da
fare, senza bestemmiare, zitto e non fiatare, tanto l’anima non conta.
Tu libera e felice vai, mi ritrovi dove sai.
Ora cercherò un amico, un
lavoro. Poi non lo so, una casa, il decoro. E poi ho visto solo mare,
mare, mare tanto mare solo acqua, tanta, nei polmoni che fa male e non
riesci a respirare, che ti chiedi i pesci come fanno, ma non lo diranno
mai, lo sai.
Amici a non finire, sembra di impazzire. Ti dicono bravo, bravo, sei speciale, ma quanto sei bravo, sei un portento, sei geniale. Ma finché non te lo dice lui, o non te lo dice lei non conta. Andiamo in centro. Andiamo in centro, andiamo a vedere i passeggini rotolare, gente comperare quello che non può avere oppure più semplicemente resteremo qua.
Amici a non finire, sembra di impazzire. Ti dicono bravo, bravo, sei speciale, ma quanto sei bravo, sei un portento, sei geniale. Ma finché non te lo dice lui, o non te lo dice lei non conta. Andiamo in centro. Andiamo in centro, andiamo a vedere i passeggini rotolare, gente comperare quello che non può avere oppure più semplicemente resteremo qua.
Ma il sole risorge ogni giorno, e ogni
giorno che passa diventa un ricordo. Giù da questo scoglio, giù nel mare
in verticale, giù e poi nuotare. Non c'è altro da fare, senza
bestemmiare, zitto e non fiatare, tanto l’anima non conta. Tu libera e
felice vai, mi ritrovi dove sai.]
[Laura mira al mar cómo sólo saben mirarlo ciertos hijos del Noroeste. Pero Venecia no es mar, sino un ideal que no puedes abrazar jamás. Nunca más. Se lleva el pelo al hombro derecho y enseña ese dibujo que se ha hecho sin que su padre lo sepa. Pero ahora hasta el cura lleva un tatuaje que dice “Mi alma es de Dios”. El tiempo no se detiene, nunca se ha detenido, y todo lo que ha pasado quién sabe dónde ha ido. Quizá en el cajón donde escondía las papelas o en el bar de Mauro.
Maldito el día en el que confié en este país pútrido, aislado, avergonzado, frío, gris, solitario, desastrado, donde creí estar cerca de ti, cuando lo que estaba cerca eran los problemas y tus padres. La ambulancia grita y se lleva a mi padre. La sangre ya está seca, pero al menos llegué a presentártelo. Luego huí: Florencia, Rímini, Ferrara, la llanura y la utopista.
Pero el sol se pone cada día, y cada día los chicos se colocan en el parque. Me lanzo de esta roca, me lanzo al mar en vertical, me lanzo y nado. No se puede hacer más sin blasfemar, calla y no jadees, de todas formas el alma ya no cuenta. Vete libre y feliz, me encontrarás donde tú sabes.
Ahora buscaré un amigo, un trabajo. Luego no sé, una casa, el decoro. Luego sólo he visto mar, mar, mar, tanto mar, sólo agua, tanta que duele en los pulmones y no consigues respirar. Y te preguntas cómo hacen los peces, pero sabes que no te lo dirán.
Amigos a montones, tantos que creo enloquecer. Te dicen “molas, molas, eres especial, cómo molas, eres un crac, eres genial”. Pero hasta que no te lo diga él o no te lo diga ella no cuenta. Vamos al centro, vamos al centro. Vamos a mirar cómo corren los carritos de bebé, gente que compra lo que no puede tener. También podemos quedarnos aquí.
Pero el sol se pone cada día, y cada día que pasa se vuelve un recuerdo. Me lanzo de esta roca, me lanzo al mar en vertical, me lanzo y nado. No se puede hacer más sin blasfemar, calla y no jadees, de todas formas el alma no cuenta. Vete libre y feliz, me encontrarás donde tú sabes.]
[Laura mira al mar cómo sólo saben mirarlo ciertos hijos del Noroeste. Pero Venecia no es mar, sino un ideal que no puedes abrazar jamás. Nunca más. Se lleva el pelo al hombro derecho y enseña ese dibujo que se ha hecho sin que su padre lo sepa. Pero ahora hasta el cura lleva un tatuaje que dice “Mi alma es de Dios”. El tiempo no se detiene, nunca se ha detenido, y todo lo que ha pasado quién sabe dónde ha ido. Quizá en el cajón donde escondía las papelas o en el bar de Mauro.
Maldito el día en el que confié en este país pútrido, aislado, avergonzado, frío, gris, solitario, desastrado, donde creí estar cerca de ti, cuando lo que estaba cerca eran los problemas y tus padres. La ambulancia grita y se lleva a mi padre. La sangre ya está seca, pero al menos llegué a presentártelo. Luego huí: Florencia, Rímini, Ferrara, la llanura y la utopista.
Pero el sol se pone cada día, y cada día los chicos se colocan en el parque. Me lanzo de esta roca, me lanzo al mar en vertical, me lanzo y nado. No se puede hacer más sin blasfemar, calla y no jadees, de todas formas el alma ya no cuenta. Vete libre y feliz, me encontrarás donde tú sabes.
Ahora buscaré un amigo, un trabajo. Luego no sé, una casa, el decoro. Luego sólo he visto mar, mar, mar, tanto mar, sólo agua, tanta que duele en los pulmones y no consigues respirar. Y te preguntas cómo hacen los peces, pero sabes que no te lo dirán.
Amigos a montones, tantos que creo enloquecer. Te dicen “molas, molas, eres especial, cómo molas, eres un crac, eres genial”. Pero hasta que no te lo diga él o no te lo diga ella no cuenta. Vamos al centro, vamos al centro. Vamos a mirar cómo corren los carritos de bebé, gente que compra lo que no puede tener. También podemos quedarnos aquí.
Pero el sol se pone cada día, y cada día que pasa se vuelve un recuerdo. Me lanzo de esta roca, me lanzo al mar en vertical, me lanzo y nado. No se puede hacer más sin blasfemar, calla y no jadees, de todas formas el alma no cuenta. Vete libre y feliz, me encontrarás donde tú sabes.]
*L'anima non conta. The Zen Circus, 2016 [trad. ugdm]