「São mutuamente exclusivas as ordens da confissão e da poesia. Assim nos disseram os modernos. Sejamos modernos, pois. Mas quando vejo a minha mãe a subir (passo medido pelo cansaço e pela fraqueza) a Rua Castilho, a rua onde cresci e onde o mundo parece ter crescido desmesuradamente para a minha medida de homem acostumado às alturas (vivia num quinto andar que me parece agora um décimo), quando vejo a minha mãe de corpo pesado a subir a rua em direcção ao meu encontro, parando uma, duas vezes, passando as mãos pelo rosto suado (afinal estamos no pino do verão e a rua foi sempre soalheira, ou pelo menos soalheira deste lado em que a minha mãe sobe, o lado que habitámos após o nosso regresso das Áfricas, com o problema da habitação e tudo isso que parecia desesperar os enteados do Império), quando vejo a minha mãe subir a rua onde a minha lembrança dela estaca e se precipita no vórtice da ilegislável brandura (a que terá feito Santa Teresa levitar ou algo entre a pura irrealidade e a pura realidade que todo o poema deveria sitiar), sei que os modernos nos pouparam ao infortúnio da confissão, mas que nos roubaram o idioma em que a luz de verão se faz de novo, como o princípio que quero descrever certeiramente sem que lhe saiba o tema ou a palavra que o torna claro.」
「Son mutuamente excluyentes los dictados de la confesión y de la poesía. Eso nos decían los modernos. Seamos modernos, pues. Pero cuando veo a mi madre subir (el paso medido por el cansancio y la debilidad) la Calle Castilho, la calle donde crecí y donde el mundo parece haber crecido desmesuradamente según mi medida de hombre habituado a las alturas (vivía en un quinto piso que ahora me parece un décimo), cuando veo a mi madre con su pesado cuerpo subir la calle hacia mí, parando una, dos veces, llevándose las manos al rostro sudado (al fin, estamos en pleno verano y la calle siempre ha sido soleada, soleada, al menos, en el lado por el que sube mi madre, el lado en el que vivíamos al volver de África, con el problema de la vivienda y todo lo que parecía sacar de quicio a los hijastros del Imperio), cuando veo a mi madre subir la calle donde su recuerdo se detiene y resbala hacia el vórtice de calma ingobernable (la que debió hacer levitar a Santa Teresa, o algo entre la pura irrealidad y la pura realidad que este poema debería apresar), sé que los modernos nos ahorraron el infortunio de la confesión, pero también nos quitaron el idioma en el que la luz de verano se crea de nuevo, como el principio que quiero describir exactamente sin que se sepa el tema o la palabra que lo esclarece.」
*Everyone Hears The Voice, Aquaman, Big Little Book - Whitman Publishing, 1968.
*Il faut être absolument moderne [trad. Andrés Navarro]. Luís Quintais, 2004.
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