「I've been given the opportunity to participate in the pop-music mainstream, and manufacture Chiclets, and to try to persuade fourteen-year-olds that the look and feel of Apple computer products is an indication of Apple computer's commitment to making the world a better place. Because making the world a better place is cool, right? And Apple computer must be way more committed to a better world, because iPods are so much cooler-looking than other MP3 players, which is why they're more expensive and incompatible with other companies' software, because - well, actually it's a little unclear why, in a better world, the very coolest products have to bring the most obscene profits to a tiny number of residents of the better world. (...) I think the iPod is the true face of Republican politics, and I’m in favor of the music industry … standing up proud and saying it out loud: We in the Chiclet-manufacturing business are not about social justice, …we’re not about a coherent set of national ideals, we’re not about wisdom. We’re about choosing what WE want to listen to and ignoring everything else…. We’re about giving ourselves a mindless feel-good treat every five minutes. …We’re about persuading ten-year-old children to spend twenty-five dollars on a cool little silicone iPod case that costs a licensed Apple Computer subsidiary thirty-nine cents to manufacture.」
「Se me ha concedido la oportunidad de participar en la música pop convencional y fabricar chicles y ayudar a convencer a los chicos de catorce años de que la imagen y la sensación creadas por los productos de Apple Computer indican el compromiso de Apple Cojmputer para convertir el mundo en un lugar mejor. Porque convertir el mundo en un lugar mejor es guay, ¿no? Y Apple Computer debe de estar mucho más comprometida con un mundo mejor, porque los iPods son mucho más guays que otros reproductores MP3, y por eso son mucho más caros e incompatibles con el software de otras marcas, porque… bueno, la verdad es que no está muy claro por qué en un mundo mejor los productos más superguays deben dejar unos beneficios superescandalosos a un reducidísimo número de habitantes de dicho mundo mejor. (…) Creo que el iPod es la verdadera cara de la política republicana, y yo soy partidario de que la industria de la música se ponga seriamente al frente de esto y sea más activa políticamente, y se levante orgullosa y diga en voz alta: a nosotros los de sector de la fabricación de chicle no nos interesa la justicia social, no nos interesa la información precisa y objetivamente comprobable, no nos interesa el trabajo con sentido, no nos interesa un conjunto coherente de ideales nacionales, no nos interesa la sabiduría. Nos interesa elegir lo que nosotros queremos escuchar y pasar de todo lo demás. Nos interesa ridiculizar a la gente que tiene la poca educación de no querer ser guay como nosotros. Nos interesa concedernos un capricho para sentirnos bien cada cinco minutos sin tener que pensar. Nos interesa la implacable explotación y aplicación de nuestros derechos de propiedad intelectual. Nos interesa convencer a los niños de diez años para que gasten veinticinco dólares en una fundida de silicona guay para el iPod, cuya fabricación le cuesta a la filial autorizada de Apple Computer treinta y nueve centavos.」
*Freedom [trad. Isabel Ferrer]. Jonathan Franzen, 2010.
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