[Francesco Diaco:
A tale proposito, lo psicologo americano Bruner, dopo una serie di ricerche, sostiene che i bambini prima di spiegare i fenomeni del mondo con la causalità, li ordinano con l’intenzionalità, donando un’anima e un carattere agli oggetti.
Valerio Magrelli:
È proprio così, una logica altra ma anche molto rigorosa, a suo modo. Mi viene in mente uno splendido testo di Ernst Bloch sul Rinascimento. A un certo punto si spiegava il motivo per cui molti mistici tedeschi, tra cui Jakob Böhme, erano calzolai di professione. La ragione è semplice: anzitutto stavano raccolti sul loro deschetto, concentrati, curvi per ore e ore, battendo con un martelletto – quindi entrava in gioco il ritmo, in forma quasi ipnotica; ma soprattutto usavano colle, materiali chimici, psicotropi, erano grandi tossici visionari! Questo mi ha molto interessato quando scrissi una poesia sulle chiavi, in cui a un certo punto compare la frase «il suo valore | il mio Valerio». È l’unica volta che ho inserito il mio nome in un testo. Mi ricordo ancora perfettamente quel brivido: il mio nome che sbuca all’improvviso, con violenza… e poi lo lasciai.]
[Francesco Diaco:
A propósito de esto, el psicólogo americano Jerome Bruner, tras una serie de investigaciones, sostiene que los niños antes de explicar los fenómenos del mundo con la causalidad, la ordenan con la intencionalidad, dotando así a los objetos de alma y carácter.
Valerio Magrelli:
Es justo así, una lógica otra pero también muy rigurosa, a su manera. Me viene a la cabeza un espléndido texto de Ernst Bloch sobre el Renacimiento. A cierto punto se explicaba el motivo por el que muchos místicos alemanes, entre ellos Jakob Böhme, eran zapateros de profesión. La razón es simple: estaban recogidos en su mesa de trabajo, concentrados, doblados durante horas y horas, martilleando, así que entraba en juego el ritmo, en un modo casi hipnótico; pero sobre todo usaban pegamentos, materiales químicos, psicotrópicos, ¡eran grandes tóxicos visionarios! Esto me interesó particularmente cuando escribí un poema sobre llaves, en el que a cierto punto aparece la frase «su valor / mi Valerio». Es la única vez que he puesto mi nombre en un texto. Recuerdo perfectamente aquel escalofrío: mi nombre que aparece de repente, con violencia… y luego lo dejé.]
*Años diez. Juan Carlos Reche / Abraham Gragera, 2014.
*En "Valerio Magrelli. Poesía y sociedad. Conversación con Francesco Diaco". [trad. Juan Carlos Reche].
A tale proposito, lo psicologo americano Bruner, dopo una serie di ricerche, sostiene che i bambini prima di spiegare i fenomeni del mondo con la causalità, li ordinano con l’intenzionalità, donando un’anima e un carattere agli oggetti.
Valerio Magrelli:
È proprio così, una logica altra ma anche molto rigorosa, a suo modo. Mi viene in mente uno splendido testo di Ernst Bloch sul Rinascimento. A un certo punto si spiegava il motivo per cui molti mistici tedeschi, tra cui Jakob Böhme, erano calzolai di professione. La ragione è semplice: anzitutto stavano raccolti sul loro deschetto, concentrati, curvi per ore e ore, battendo con un martelletto – quindi entrava in gioco il ritmo, in forma quasi ipnotica; ma soprattutto usavano colle, materiali chimici, psicotropi, erano grandi tossici visionari! Questo mi ha molto interessato quando scrissi una poesia sulle chiavi, in cui a un certo punto compare la frase «il suo valore | il mio Valerio». È l’unica volta che ho inserito il mio nome in un testo. Mi ricordo ancora perfettamente quel brivido: il mio nome che sbuca all’improvviso, con violenza… e poi lo lasciai.]
[Francesco Diaco:
A propósito de esto, el psicólogo americano Jerome Bruner, tras una serie de investigaciones, sostiene que los niños antes de explicar los fenómenos del mundo con la causalidad, la ordenan con la intencionalidad, dotando así a los objetos de alma y carácter.
Valerio Magrelli:
Es justo así, una lógica otra pero también muy rigurosa, a su manera. Me viene a la cabeza un espléndido texto de Ernst Bloch sobre el Renacimiento. A cierto punto se explicaba el motivo por el que muchos místicos alemanes, entre ellos Jakob Böhme, eran zapateros de profesión. La razón es simple: estaban recogidos en su mesa de trabajo, concentrados, doblados durante horas y horas, martilleando, así que entraba en juego el ritmo, en un modo casi hipnótico; pero sobre todo usaban pegamentos, materiales químicos, psicotrópicos, ¡eran grandes tóxicos visionarios! Esto me interesó particularmente cuando escribí un poema sobre llaves, en el que a cierto punto aparece la frase «su valor / mi Valerio». Es la única vez que he puesto mi nombre en un texto. Recuerdo perfectamente aquel escalofrío: mi nombre que aparece de repente, con violencia… y luego lo dejé.]
*Años diez. Juan Carlos Reche / Abraham Gragera, 2014.
*En "Valerio Magrelli. Poesía y sociedad. Conversación con Francesco Diaco". [trad. Juan Carlos Reche].
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