[Te voy a buscar a la estación de tren. En invierno aquí casi no hay taxis, y no me cuesta nada. No sé si preguntarte por qué me has llamado, para qué me has avisado de que venías. Hace tanto tiempo que no hablamos. Ya no recuerdo casi por qué. Hace años te habrías quedado en mi casa y ahora te estoy llevando a un hotel. ¿Ves que todo sigue igual? El tiempo se ha parado igual que en las rocas del espigón. Tú tienes mejor aspecto, la verdad, aunque ya no caminas igual, has perdido aquella seguridad tan brutal. Me acuerdo muchas veces de ti, sobre todo cuando veo al camarero aquel tan guapo, aquel que nos sirvió el primer mal trago de nuestras vidas. Aquel incendio, aquel amago de adultez y aquellas canciones que aún nos ayudan a vivir. Cada vez que le veo me acuerdo de aquel verano. Él tiene dos hijos y nosotras apenas hablamos. Solías decir que yo era demasiado sentimental, que iba a sufrir de más cada vez que alguien se fuera de mi lado. Entonces no lo entendía, pero ahora sí, ahora sí.]
*Amiga. Tulsa, 2017.