「La muerte de Yukio Mishima fue tan espectacular que casi ha logrado hacer olvidar las numerosas majaderías en que incurrió a lo largo de su vida, como si el constante exhibicionismo previo hubiera sido sólo la manera de asegurarse la atención en el momento culminante, el único que probablemente le interesaba de veras. Así hay que entenderlo, al menos, a raíz de su inveterada fascinación por la muerte violenta, que ―si el muerto era joven y tenía buen cuerpo― consideraba la cumbre de la belleza. Bien es verdad que esta idea no era enteramente original suya, y menos aún en su país, Japón, donde, como es sabido, ha habido siempre una apreciada tradición consistente en sacarse las entrañas con gran aparato y perder a continuación la cabeza de un solo tajo propinado por un amigo o un subordinado.」
*Yukio Mishima.
*Mishima. Paul Schrader, 1985.
*Yukio Miishima en la muerte. Javier Marías, 1992.
*Yukio Mishima.
*Mishima. Paul Schrader, 1985.
*Yukio Miishima en la muerte. Javier Marías, 1992.
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