20.5.10

El verbo erótico

「...¿Qué podemos pretender —doy meros parámetros de referencia— frente a los Bataille, Genet, Henry Miller? Haga la prueba de traducir al español las páginas finales de Pompes funèbres, o el relato de la muerte de Granero en Histoire de l'oeil, ya contará; entre nosotros el subdesarrollo de la expresión lingüística en lo que toca a la líbido vuelve casi siempre pornografía toda materia erótica extrema) / los Fuentes torea ceñido en Cambio de piel, hay allí páginas que preludian lo que alguna vez escibiremos con naturalidad y con derecho (porque antes o y simultáneamente hay que conquistar otras libertades: la colonización, la miseria y el gorilato también nos mutilan estéticamente; pretenderse dueño de un lenguaje erótico cuando ni siquiera se ha ganado la soberanía política es ilusión de adolescente que a la hora de la siesta hojea con la mano que le queda libre un número de Playboy / gunta higiénica: ¿Será necesario eso que llamamos lenguaje erótico cuando la literatura es capaz de transmitir cualquier experiencia, aún la más indescriptible, sin caer en manos de municipalidad atenta buenas costumbres en ciudad letras? 」



*/que sepa abrir la puerta para ir a jugar. Julio Cortázar, 1969.
*Julio Cortázar.

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