24.6.14
Su historia nos interesa, podría ser la nuestra
[ (On my birthday)
At low tide like this how sheer the water is.
White, crumbling ribs of marl protrude and glare
and the boats are dry, the pilings dry as matches.
Absorbing, rather than being absorbed,
the water in the bight doesn't wet anything,
the color of the gas flame turned as low as possible.
One can smell it turning to gas; if one were Baudelaire
one could probably hear it turning to marimba music.
The little ocher dredge at work off the end of the dock
already plays the dry perfectly off-beat claves.
The birds are outsize. Pelicans crash
into this peculiar gas unnecessarily hard,
it seems to me, like pickaxes,
rarely coming up with anything to show for it,
and going off with humorous elbowings.
Black-and-white man-of-war birds soar
on impalpable drafts
and open their tails like scissors on the curves
or tense them like wishbones, till they tremble.
The frowsy sponge boats keep coming in
with the obliging air of retrievers,
bristling with jackstraw gaffs and hooks
and decorated with bobbles of sponges.
There is a fence of chicken wire along the dock
where, glinting like little plowshares,
the blue-gray shark tails are hung up to dry
for the Chinese-restaurant trade.
Some of the little white boats are still piled up
against each other, or lie on their sides, stove in,
and not yet salvaged, if they ever will be, from the last bad storm,
like torn-open, unanswered letters.
The bight is littered with old correspondences.
Click. Click. Goes the dredge,
and brings up a dripping jawful of marl.
All the untidy activity continues,
awful but cheerful.]
[ (En mi cumpleaños)
Qué llana es el agua cuando la marea está baja, como
ahora.
Blancos arcos de marga, desmoronándose, despuntan y brillan
y los botes están secos, los pilotes secos como la yesca.
Absorbente más que absorbida,
del color de una llama de gas lo más baja posible,
el agua en la ensenada no moja nada.
Podemos olerla mientras reconvierte en gas; si uno fuera
Baudelaire
probablemente podría oírla convertirse en música de
marimba.
La pequeña draga color ocre que está operando al final del
muelle
ya toca las pesadas, perfectamente apagadas notas.
Los pájaros son de tamaño extraordinario. Los pelícanos se
estrellan
contra este peculiar gas con una violencia innecesaria,
creo yo, como picotas,
reapareciendo en raras ocasiones con cosa alguna que la
justifique,
y se van con cómicas sacudidas.
Rabihorcados blanquinegros se encumbran
sobre impalpables corrientes de aire
y en las curvas abren sus colas, cual tijeras,
o las tensan como espoletas, hasta que tiemblan.
Los desaliñados botes esponjemos continúan atracando
con el ademán servicial de los perros perdigueros,
erizándose con garfios y ganchos como de espantapájaros
y decorados con racimos de esponjas.
Hay una verja de tela metálica a lo largo del muelle
donde, relucientes cual pequeñas rejas de arado,
las colas de tiburón gris-azulado se cuelgan a secar
para los restaurantes chinos.
Algunos de los pequeños botes blancos todavía están
amontonados
unos contra otros, o yacen tirados sobre sus costados,
desfondados,
aún sin rescatar, si es que algún día lo harán, de la última
desastrosa tormenta,
como cartas cuyos sobres rasgamos y quedan sin contestar.
La ensenada está cargada de viejas correspondencias.
Clic. Clic. Suena la draga
y saca un chorreante bocado de marga.
El desorden continúa,
terrible pero alegre.]
*Breaking Bad. Temporada 2, Episodio 13. Vince Gilligan, 2009.
*Elizabeth Bishop.
*The Bight [trad. Orlando José Hernández]. Elizabeth Bishop, 1955.
*The Bight. Elizabeth Bishop, Nueva York, 1977.
20.6.14
Años diez
[Francesco Diaco:
A tale proposito, lo psicologo americano Bruner, dopo una serie di ricerche, sostiene che i bambini prima di spiegare i fenomeni del mondo con la causalità, li ordinano con l’intenzionalità, donando un’anima e un carattere agli oggetti.
Valerio Magrelli:
È proprio così, una logica altra ma anche molto rigorosa, a suo modo. Mi viene in mente uno splendido testo di Ernst Bloch sul Rinascimento. A un certo punto si spiegava il motivo per cui molti mistici tedeschi, tra cui Jakob Böhme, erano calzolai di professione. La ragione è semplice: anzitutto stavano raccolti sul loro deschetto, concentrati, curvi per ore e ore, battendo con un martelletto – quindi entrava in gioco il ritmo, in forma quasi ipnotica; ma soprattutto usavano colle, materiali chimici, psicotropi, erano grandi tossici visionari! Questo mi ha molto interessato quando scrissi una poesia sulle chiavi, in cui a un certo punto compare la frase «il suo valore | il mio Valerio». È l’unica volta che ho inserito il mio nome in un testo. Mi ricordo ancora perfettamente quel brivido: il mio nome che sbuca all’improvviso, con violenza… e poi lo lasciai.]
[Francesco Diaco:
A propósito de esto, el psicólogo americano Jerome Bruner, tras una serie de investigaciones, sostiene que los niños antes de explicar los fenómenos del mundo con la causalidad, la ordenan con la intencionalidad, dotando así a los objetos de alma y carácter.
Valerio Magrelli:
Es justo así, una lógica otra pero también muy rigurosa, a su manera. Me viene a la cabeza un espléndido texto de Ernst Bloch sobre el Renacimiento. A cierto punto se explicaba el motivo por el que muchos místicos alemanes, entre ellos Jakob Böhme, eran zapateros de profesión. La razón es simple: estaban recogidos en su mesa de trabajo, concentrados, doblados durante horas y horas, martilleando, así que entraba en juego el ritmo, en un modo casi hipnótico; pero sobre todo usaban pegamentos, materiales químicos, psicotrópicos, ¡eran grandes tóxicos visionarios! Esto me interesó particularmente cuando escribí un poema sobre llaves, en el que a cierto punto aparece la frase «su valor / mi Valerio». Es la única vez que he puesto mi nombre en un texto. Recuerdo perfectamente aquel escalofrío: mi nombre que aparece de repente, con violencia… y luego lo dejé.]
*Años diez. Juan Carlos Reche / Abraham Gragera, 2014.
*En "Valerio Magrelli. Poesía y sociedad. Conversación con Francesco Diaco". [trad. Juan Carlos Reche].
A tale proposito, lo psicologo americano Bruner, dopo una serie di ricerche, sostiene che i bambini prima di spiegare i fenomeni del mondo con la causalità, li ordinano con l’intenzionalità, donando un’anima e un carattere agli oggetti.
Valerio Magrelli:
È proprio così, una logica altra ma anche molto rigorosa, a suo modo. Mi viene in mente uno splendido testo di Ernst Bloch sul Rinascimento. A un certo punto si spiegava il motivo per cui molti mistici tedeschi, tra cui Jakob Böhme, erano calzolai di professione. La ragione è semplice: anzitutto stavano raccolti sul loro deschetto, concentrati, curvi per ore e ore, battendo con un martelletto – quindi entrava in gioco il ritmo, in forma quasi ipnotica; ma soprattutto usavano colle, materiali chimici, psicotropi, erano grandi tossici visionari! Questo mi ha molto interessato quando scrissi una poesia sulle chiavi, in cui a un certo punto compare la frase «il suo valore | il mio Valerio». È l’unica volta che ho inserito il mio nome in un testo. Mi ricordo ancora perfettamente quel brivido: il mio nome che sbuca all’improvviso, con violenza… e poi lo lasciai.]
[Francesco Diaco:
A propósito de esto, el psicólogo americano Jerome Bruner, tras una serie de investigaciones, sostiene que los niños antes de explicar los fenómenos del mundo con la causalidad, la ordenan con la intencionalidad, dotando así a los objetos de alma y carácter.
Valerio Magrelli:
Es justo así, una lógica otra pero también muy rigurosa, a su manera. Me viene a la cabeza un espléndido texto de Ernst Bloch sobre el Renacimiento. A cierto punto se explicaba el motivo por el que muchos místicos alemanes, entre ellos Jakob Böhme, eran zapateros de profesión. La razón es simple: estaban recogidos en su mesa de trabajo, concentrados, doblados durante horas y horas, martilleando, así que entraba en juego el ritmo, en un modo casi hipnótico; pero sobre todo usaban pegamentos, materiales químicos, psicotrópicos, ¡eran grandes tóxicos visionarios! Esto me interesó particularmente cuando escribí un poema sobre llaves, en el que a cierto punto aparece la frase «su valor / mi Valerio». Es la única vez que he puesto mi nombre en un texto. Recuerdo perfectamente aquel escalofrío: mi nombre que aparece de repente, con violencia… y luego lo dejé.]
*Años diez. Juan Carlos Reche / Abraham Gragera, 2014.
*En "Valerio Magrelli. Poesía y sociedad. Conversación con Francesco Diaco". [trad. Juan Carlos Reche].
19.6.14
17.6.14
Una felicidad grande pero inactiva
[Sometimes I can still sleep it off, my fear. My dreams are gentle now even when they are about being mugged, robbed and knocked down, even when I am pressing my car key into a bit of yielding earth. But often in the afternoons I wake after a nap with an awful sense of its being over and that it never meant much; I never had a life. The valuable sweetness and the hard work are infected by the fact of death: they no longer seem to have been so wonderful, but they are all I had. And then I want to be comforted. I want my old, unthreatening forms of silence, and comedy-and-cowardice. I want breath and stories
and the world.]
[A veces todavía puedo olvidarlo durmiendo, me refiero al miedo. Ahora no tengo malos sueños, aunque traten de que me atracan, me roban y me pegan, aunque meta la llave del coche en un trocito de tierra blanda. Pero a menudo, por las tardes, despierto de la siesta con la horrible sensación de que se ha acabado y nunca ha significado mucho; nunca tuve una vida. La realidad de la muerte infecta la dulzura preciosa y el trabajo duro: ya no parecen haber sido tan maravillosos, pero son lo único que he tenido. Y entonces quiero consuelo. Quiero las viejas fórmulas de silencio no amenazadoras y el juego de comedia-y-cobardía. Quiero aliento, historias, y al mundo. ]
*New York, 1982. Miron Zownir, 1982.
*This Wild Darkness [trad. Marcelo Cohen]. Harold Brodkey, 1996.
11.6.14
Soy mi descampado
[La comida es otra protección sentimental. Mientras no se huela, se vea, se intuya esa masa turbia que llaman «comida», no hay melancolía. Aunque a veces todo falla, y uno está en la cantina de una universidad de provincias intentando deducir si es plato o moqueta lo que tiene delante, mientras cada persona que viene de la calle es un rebalse de agua, y sólo se puede subir el volumen mental de distorsión para calmar, en parte, el resto de sentidos.
Pero hoy hace sol y estoy en la tienda vegetariana de Newland Avenue, revolviendo en la balda italiana y en el cesto del shiitake, pensando si esta vez prefiero llevarme el pan de escanda o…
—¿Eso son The Smiths?
La voz de la dueña interrumpe mis meditaciones agroalimentarias y me hace comprender que llevo un par de minutos malogrando la melodía de «Hand In Glove», con ese silbido inestable que me sale cuando intento mantener el tono.
—¿Conoces un disco que se titula Rank? —me pregunta, y respondo que sí, que es el disco en directo de los Smiths —. Dentro sale la foto de un concierto en Manchester, no sé si te das cuenta, hay mucha gente en primera fila peleándose por una camisa de Morrissey… Yo estoy a la derecha, tirando de un extremo de la camisa, bueno, ya hace tiempo, y yo iba con el pelo teñido de rubio… Creo que en cierto momento llegué a tener dos trozos de camisas de Morrissey, pero mi madre acabó tirándolos porque le daban un poco de asco.
Busco el vinilo cuando llego a casa y, sí, ahí está ella. Me cuesta reconocerla, pero entiendo los puntos suspensivos de su descripción: no sólo lleva mechas y el pelo corto, sino que es bastante más gruesa, casi parece más baja; aunque los rasgos aún la distinguen en la carnalidad, como si en la ella de entonces estuviera comprimida la ella de ahora.
La camisa con lunares de Morrissey —a punto de reventar en una multitud de jirones— aparece en la parte baja de la imagen, pero es el centro de la escena y, por tanto, desplaza el centro de la foto; se diría que el público congregado por esa camisa está surgiendo de ella, que ella los irradia. Hay caras de curiosidad, caras de esfuerzo, caras de fascinación, caras de arrebato, sonrisas, todos tiran con fuerza de la tela. Como si peleasen por las reliquias de un santo.]
*Rank. The Smiths, 1988.
*The Smiths: seis escenas de «angustia territorial» [Fragmento]. Fruela Fernández, 2014.
*Girlfriend in a Coma. Noah and the Whale, 2007.
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