9.4.20

La ventana de mi ventana


[Toda nuestra socialización corre el riesgo de verse transformada por la digitalización acelerada de nuestras sociedades, corolario del “quédate en casa” y el “distanciamiento”. La urgencia sanitaria volverá aún más imperiosa –o absolutamente caduca– la pregunta acerca de si se puede seguir viviendo sin Internet . En la actualidad, todo el mundo debe llevar consigo un documento de identidad; no faltará mucho para que un teléfono móvil no solo sea una herramienta útil, sino un requisito con fines de control. Además, como las monedas y los billetes constituyen una fuente potencial de infección, las tarjetas de crédito, nuevos garantes de la salud pública, permitirán que cada compra sea identificada, registrada y archivada. “Crédito social” a la china o “capitalismo de vigilancia”: la regresión histórica del derecho inalienable a no dejar huella del propio paso cuando no se ha transgredido ninguna ley se está instalando en nuestras mentes y nuestras vidas sin toparse con otra reacción más que una estupefacción de adolescente inmaduro. Coger un tren sin dar a conocer tu estado civil, usar tu cuenta bancaria en línea sin facilitar tu número de teléfono móvil y pasear sin ser grabado era prácticamente imposible ya antes del coronavirus. Con la crisis sanitaria, se ha franqueado un nuevo límite. En París, hay drones que vigilan las zonas de acceso prohibido; en Corea del Sur, hay sensores que alertan a las autoridades cuando la temperatura de un habitante representa un peligro para la población; en Polonia, los habitantes deben elegir entre instalar una aplicación de verificación de la cuarentena en su teléfono móvil o recibir visitas imprevistas de la policía a sus domicilios . En tiempos de catástrofe, este tipo de dispositivos de vigilancia recibe el apoyo popular; no obstante, siempre sobreviven a las condiciones que los vieron nacer.]

*Nineteen Eighty-Four, Jonathan Burton 2014.
*¡Ahora mismo!, Serge Halimi, 2020 [completo aquí]

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