«War, it will be seen, accomplishes the necessary destruction, but accomplishes it in a psychologically acceptable way. In principle it would be quite simple to waste the surplus labour of the world by building temples and pyramids, by digging holes and filling them up again, or even by producing vast quantities of goods and then setting fire to them. But this would provide only the economic and not the emotional basis for a hierarchical society. What is concerned here is not the morale of masses, whose attitude is unimportant so long as they are kept steadily at work, but the morale of the Party itself. Even the humblest Party member is expected to be competent, industrious, and even intelligent within narrow limits, but it is also necessary that he should be a credulous and ignorant fanatic whose prevailing moods are fear, hatred, adulation, and orgiastic triumph. In other words it is necessary that he should have the mentality appropriate to a state of war. (...) In our own day they are not fighting against one another at all. The war is waged by each ruling group against its own subjects, and the object of the war is not to make or prevent conquests of territory, but to keep the structure of society intact.»
«Se verá que la guerra no sólo realiza la necesaria distinción, sino que la efectúa de un modo aceptable psicológicamente. En principio, sería muy sencillo derrochar el trabajo sobrante construyendo templos y pirámides, abriendo zanjas y volviéndolas a llenar o incluso produciendo inmensas cantidades de bienes y prendiéndoles fuego. Pero esto sólo daría la base económica y no la emotiva para una sociedad jerarquizada. Lo que interesa no es la moral de las masas, cuya actitud no importa mientras se hallen absorbidas por su trabajo, sino la moral del Partido mismo. Se espera que hasta el más humilde de los miembros del Partido sea competente, laborioso e incluso inteligente -siempre dentro de límites reducidos, claro está-, pero siempre es preciso que sea un fanático ignorante y crédulo en el que prevalezca el miedo, el odio, la adulación y una continua sensación orgiástica de triunfo. En otras palabras, es necesario que ese hombre posea la mentalidad típica de la guerra. No importa que haya o no haya guerra y, ya que no es posible una victoria decisiva, tampoco importa si la guerra va bien o mal. Lo único preciso es que exista un estado de guerra. (...) En nuestros días no luchan unos contra otros, sino cada grupo dirigente contra sus propios súbditos, y el objeto de la guerra no es conquistar territorio ni defenderlo, sino mantener intacta la estructura de la sociedad.»
* Nineteen Eighty Four. Michael Anderson, 1956.
* Nineteen Eighty Four. Michael Radford, 1984.
* Nineteen Eighty Four. George Orwell, 1949.
«Se verá que la guerra no sólo realiza la necesaria distinción, sino que la efectúa de un modo aceptable psicológicamente. En principio, sería muy sencillo derrochar el trabajo sobrante construyendo templos y pirámides, abriendo zanjas y volviéndolas a llenar o incluso produciendo inmensas cantidades de bienes y prendiéndoles fuego. Pero esto sólo daría la base económica y no la emotiva para una sociedad jerarquizada. Lo que interesa no es la moral de las masas, cuya actitud no importa mientras se hallen absorbidas por su trabajo, sino la moral del Partido mismo. Se espera que hasta el más humilde de los miembros del Partido sea competente, laborioso e incluso inteligente -siempre dentro de límites reducidos, claro está-, pero siempre es preciso que sea un fanático ignorante y crédulo en el que prevalezca el miedo, el odio, la adulación y una continua sensación orgiástica de triunfo. En otras palabras, es necesario que ese hombre posea la mentalidad típica de la guerra. No importa que haya o no haya guerra y, ya que no es posible una victoria decisiva, tampoco importa si la guerra va bien o mal. Lo único preciso es que exista un estado de guerra. (...) En nuestros días no luchan unos contra otros, sino cada grupo dirigente contra sus propios súbditos, y el objeto de la guerra no es conquistar territorio ni defenderlo, sino mantener intacta la estructura de la sociedad.»
* Nineteen Eighty Four. Michael Anderson, 1956.
* Nineteen Eighty Four. Michael Radford, 1984.
* Nineteen Eighty Four. George Orwell, 1949.
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