




*New York City. Elliott Erwitt, 1974.
*New York City. Elliott Erwitt, 1948.
*New York City. Elliott Erwitt, 2000.
*Paris. Elliott Erwitt, 1989.
*London. Elliott Erwitt, 1966.







「Leí Amor en vilo con cierto estupor, atemperado por la edad, que enfría los asombros. Gimferrer usaba muchas de las herramientas de su mejor poesía. Ya desde el mismo título de su libro, introducía en el texto a Pedro Salinas y Rafael Alberti, a esa inolvidable generación del 27 que la poesía española de la democracia y del comienzo del siglo XXI sigue necesitando recordar. Abría su libro con una cita de Juan Ramón Jiménez, uno de los genios de la lengua castellana. Usaba los ritmos, los léxicos, las imaginerías, las rimas de Góngora y de Darío. Se percibían los ecos de Verlaine y Rimbaud, su sensualidad y sensorialidad. Incluso, por momentos, en diálogo con el imaginismo en lengua inglesa o con el misterio apresado en imágenes de raíz surreal, se lograban poemas y fragmentos de poemas de innegable maestría. Todo ello estaba en Amor en vilo, como antes estuvo en otros libros de Gimferrer. Sin embargo, un lector exigente podía percibir sin esforzarse demasiado al menos dos defectos en esta colección de poemas: primero, las palabras fulgurantes con las que Gimferrer había renovado durante años la poesía en dos lenguas españolas tendían a convertirse ahora en palabrería, en retórica desgastada y fácil, de tal manera que el poeta que había dialogado, por ejemplo, recreativamente con Rubén Darío se convertía ahora en un imitador ingenuo del modernismo, sin capacidad de recrearlo; segundo y fruto de lo anterior, algunas de las composiciones del libro podían resultar sonrisibles al menos, y no precisamente por tratarse Amor en vilo de una obra de humor.










