7.6.10

El menor de los ángulos



「There is nothing strictly immortall, but immortality; whatever hath no beginning may be confident of no end. All others have a dependent being, and within the reach of destruction, which is the peculiar of that necessary essence that cannot destroy it self; And the highest strain of omnipotency to be so powerfully constituted, as not to suffer even from the power of it self. But the sufficiency of Christian Immortality frustrates all earthly glory, and the quality of either state after death, makes a folly of posthumous memory. God who can only destroy our souls, and hath assured our resurrection, either of our bodies or names hath directly promised no duration. Wherein there is so much chance that the boldest Expectants have found unhappy frustration; and to hold long subsistence, seems but a scape in oblivion.
(…) the last day will make but few graves; at least quick Resurrections will anticipate lasting Sepultures; Some Graves will be opened before they are quite closed, and Lazarus will be no wonder. When many that feared to dye shall groane that they can dye but once, the dismall state is the second and living death (…)
(…) Happy are they whom privacy makes innocent, who deal so with men in this world, that they are not afraid to meet them in the next, who when they dye, make no commotion among the dead, and are not toucht with that poeticall taunt of Isaiah.」

「No hay nada rigurosamente inmortal salvo la inmortalidad: lo que no tiene principio puede estar seguro de no tener fin. Todod las demás cosas poseen un ser dependiente, y al alcance de la destrucción; aquélla es la peculiaridad de esa necesaria esencia que no puede destruirse a sí misma, y el más alto rasgo de la omnipotencia es estar constituido tan poderosamente como para ni siquiera sufrir el poder de uno mismo. Pero la inmortalidad cristiana se basta para frustrar toda gloria terrena, y la cualidad de los dos estados que a la muerte siguen convierte en desvarío la memoria póstuma. Dios, que es el único que puede destruir nuestras almas, y que ha asegurado nuestra resurrección, ni de nuestros cuerpos ni de nuestros nombres claramente ha prometido la duración; en la que tanto hay de azar que los más audaces esperanzados han hallado infeliz frustración; y tener una larga subsistencia no parece sino un desliz del olvido.
(...) el último día cavará pocas tumbas; al menos, rápidas resurreciones se anticiparán a duraderas sepulturas. Algunas tumbas serán abiertas antes de cerrarse del todo, y Lázaro no constituirá maravilla. Cuando muchos que temieron morir gemirán pidiendo morir tan sólo una vez, ya que el tenebroso estado es la segunda y viviente muerte (...)
(...) Dichosos son aquellos a los que el aislamiento hace inocentes; los que tratan con los hombres en este mundo de manera que no temen encontrárselos en el otro; los que, cuando mueren, no producen conmoción entre los muertos, y no les afecta aquella burla poética de Isaías.」

*Cráneo de Sir Thomas Browne sobre dos volúmenes de Religio Medici. Charles Williams, Norwich Hospital, 1900.
*Hydriotaphia. Sir Thomas Browne, 1658.

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