「Jaime Gil de Biedma: No sé, la naturaleza también es más amplia que la legumbre…
Carlos Barral.: Sí, pero el problema es llegar a la naturaleza por otro procedimiento.
J. G. B.: ¿Por qué no dejas a la naturaleza en paz?
C. B.: La naturaleza es todo lo que no es literatura.
J. G. B.: Puede ser la realidad…
C. B.: Es lo mismo.
J. G; B.: Es curioso, pero en el siglo XVIII no era lo mismo.
C. B.: Pues, no veo que pueda ser otra cosa. A no ser que te refieras a una realidad que no sea natural.
J. G. B.: En el siglo XVIII, no se hablaba de realidad. Se hablaba de naturaleza todavía. En toda la cultura clásica, la literatura, o el arte, no son una imitación de la realidad; son una imitación de la naturaleza.
C. B.: ¿Y qué?
J. G. B.: La naturaleza es, de por sí, una construcción, una noción filosófica, un sistema de ideas. Ahora bien, ¿por qué se pasó de decir naturaleza a decir realidad?
C. B.: Jugando a esas cosas que nos gustan, que es hablar de lo que nosotros no sabemos, podríamos encontrar su origen histórico.
J. G. B.: Desde luego, no me imagino a Lope ni a Calderón, ni siquiera a Cervantes, utilizando la palabra «realidad».
C. B.: En un discurso puramente descriptivo, no. Es muy probable que la utilización de la palabra provenga de la Contrarreforma, es decir, de la sociedad barroca ¿no? y que haya ido en aumento con el idealismo.
J. G. B.: Yo creo que es puramente decimonónica.
C. B.: ¿Idealista?
J. G. B.: Que viene de la crítica idealista del conocimiento en el siglo XVIII y que hace su aparición después, en el XIX. Creo que, al utilizar «realidad» y «naturaleza» como sinónimos, estamos olvidando algo muy importante: la naturaleza evoca la idea de lo que es siempre igual a sí mismo, en cambio, la realidad es cambiante. O sea, que el hecho de que se haya pasado de decir «naturaleza» a decir «realidad» implica un cambio en la visión de las relaciones humanas y de la historia del hombre. Implica pensar que es más importante lo que cambia que lo invariable.」
Carlos Barral.: Sí, pero el problema es llegar a la naturaleza por otro procedimiento.
J. G. B.: ¿Por qué no dejas a la naturaleza en paz?
C. B.: La naturaleza es todo lo que no es literatura.
J. G. B.: Puede ser la realidad…
C. B.: Es lo mismo.
J. G; B.: Es curioso, pero en el siglo XVIII no era lo mismo.
C. B.: Pues, no veo que pueda ser otra cosa. A no ser que te refieras a una realidad que no sea natural.
J. G. B.: En el siglo XVIII, no se hablaba de realidad. Se hablaba de naturaleza todavía. En toda la cultura clásica, la literatura, o el arte, no son una imitación de la realidad; son una imitación de la naturaleza.
C. B.: ¿Y qué?
J. G. B.: La naturaleza es, de por sí, una construcción, una noción filosófica, un sistema de ideas. Ahora bien, ¿por qué se pasó de decir naturaleza a decir realidad?
C. B.: Jugando a esas cosas que nos gustan, que es hablar de lo que nosotros no sabemos, podríamos encontrar su origen histórico.
J. G. B.: Desde luego, no me imagino a Lope ni a Calderón, ni siquiera a Cervantes, utilizando la palabra «realidad».
C. B.: En un discurso puramente descriptivo, no. Es muy probable que la utilización de la palabra provenga de la Contrarreforma, es decir, de la sociedad barroca ¿no? y que haya ido en aumento con el idealismo.
J. G. B.: Yo creo que es puramente decimonónica.
C. B.: ¿Idealista?
J. G. B.: Que viene de la crítica idealista del conocimiento en el siglo XVIII y que hace su aparición después, en el XIX. Creo que, al utilizar «realidad» y «naturaleza» como sinónimos, estamos olvidando algo muy importante: la naturaleza evoca la idea de lo que es siempre igual a sí mismo, en cambio, la realidad es cambiante. O sea, que el hecho de que se haya pasado de decir «naturaleza» a decir «realidad» implica un cambio en la visión de las relaciones humanas y de la historia del hombre. Implica pensar que es más importante lo que cambia que lo invariable.」
*Jaime Gil de Biedma. Colita, 1969.
*Sobre le hábito de la literatura como vicio de la mente y otras ociosidades (fregmento). Camp de l'Arpa, 1976.
*Sobre le hábito de la literatura como vicio de la mente y otras ociosidades (fregmento). Camp de l'Arpa, 1976.
Podría titularse el gigante y su metro, o algo así
ResponderEliminarNaturaleza:Realidad:Noúmeno:Irracionalismo...
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