7.6.09

Pesquisas

«Durante mis años al volante he recibido infinidad de cumplidos, desde los más soeces a los más ingenuos, pero ninguno ha calado más en mi perplejidad que el de “rubia despampanante” ¿Qué significa despampanar? Ante la presencia de una mujer despampanante, ¿queda el observador despampanado? ¿Y pampanar, es acaso un antónimo lícito? ¿Existen mujeres pampanantes, o serían más bien pampaneras? La RAE ofrece una definición poco iluminadora: Pasmoso, llamativo, que deja atónito por su buena presencia u otras cualidades. Por si fuera poco, la caspa académica define el término con sinónimos masculinos, cuando lo cierto es que se aplica casi exclusivamente a mujeres.
He hecho algunas pesquisas entre mis clientes. Al parecer, el término tiene su origen en la palabra ‘pámpano’ (del latín, pampinus), que da nombre a las hojas de la vid. Tras ese hallazgo, no ha sido difícil tirar del hilo y dar con la solución al enigma. Lo hemos visto mil veces, Adán y Eva en pelota picada salvo por una absurda hoja de parra milagrosamente sujeta a la entrepierna. Paro el taxímetro y aventuro una primera definición: Despampanar, lograr que caiga el velo de pámpano que oculta los genitales. En plena frenada se me ocurre otra menos académica, quizá la cuelgue en wikipedia: Despampanante, mujer capaz de producir el grado de erección necesario para que el equilibrio estático de la hoja de parra que cubre los genitales masculinos resulte imposible.
Así, tenemos que Eva era ya despampanante. Y Adán, ay, el primer hombre despampanado. Casi nada. »

En Diario de una taxista. Rosario Cisma, 2006.

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