[Betrachte ich zum Beispiel eine Reproduktion de Bildes ‘Departure’, das von dem kanadischen Maler Alex Colville stammt und mir natürlich besonders nahegeht, seitdem Lea verschwunden ist, so glaube ich ohne jeden einschränkenden Zweifel, daß die Frau, die dort in der einsamen Telefonzelle am leeren Quai steht, mit ihrem Geliebten auf dem Schiff, das man schon in einiger Entfernung abfahren sieht, telefoniert. Ich denke mir nämlich, die beiden haben beim Abschiednehmen kein Ende finden können und werden nun solange miteinander telefonieren, bis das Schiff nicht mehr zu sehen ist oder die Verbindung wegen allzugroßer Entfernung abreißt. Nur diese Deutung eines endlos verzögerten Abschiednehmens lasse ich zu - obwohl sie aus verschiedenen Gründen reichlich unwahrscheinlich ist (zum Beispiel ist es ein Frachtschiff, das da ausfährt, man wird es nicht so ohne weiteres aus einer Telefonzelle anwählen können…). Aber nur dies innige Versehen erregt mein Mitgefühl, es läßt Lea und mich auf dem Bild vorkommen, und das Bild selbst, weil es sich nicht rührt, verspricht das ersehnte Halt inmitten einer Trennung, in einem unvergänglichen Augenblick zwischen Noch-Nich-Verlassensein und endgültiger Abkehr…]
[Si me pongo a contemplar, por ejemplo, la reproducción del cuadro «Departure» del pintor canadiense Alex Colville, cuadro que me toca muy hondo desde que Lea ha desaparecido, tengo la absoluta certeza de que la mujer que está telefoneando sola en el muelle desierto, está llamando a su amado que se encuentra en el barco que se aleja al fondo. Yo me imagino que a la hora de partir no han podido terminar de despedirse y que ahora hablarán por teléfono hasta que el barco deje de verse o la línea quede cortada por la distancia. Esta despedida infinita es la única interpretación que tolero, pese a que resulte imposible por motivos diversos (el barco que está zarpando, por ejemplo, es de carga, y no ha de ser fácil comunicarse por teléfono, sin más, desde tierra…). Pero sólo ese entrañable desliz es capaz de conmoverme, y dejar que Lea y yo aparezcamos en el cuadro, además como el cuadro no se mueve constituye una promesa del amparo que uno añora en el medio de una separación, justo en ese momento, imperecedero a caballo entre no ser aún abandonado y el abandono definitivo…]
[Si me pongo a contemplar, por ejemplo, la reproducción del cuadro «Departure» del pintor canadiense Alex Colville, cuadro que me toca muy hondo desde que Lea ha desaparecido, tengo la absoluta certeza de que la mujer que está telefoneando sola en el muelle desierto, está llamando a su amado que se encuentra en el barco que se aleja al fondo. Yo me imagino que a la hora de partir no han podido terminar de despedirse y que ahora hablarán por teléfono hasta que el barco deje de verse o la línea quede cortada por la distancia. Esta despedida infinita es la única interpretación que tolero, pese a que resulte imposible por motivos diversos (el barco que está zarpando, por ejemplo, es de carga, y no ha de ser fácil comunicarse por teléfono, sin más, desde tierra…). Pero sólo ese entrañable desliz es capaz de conmoverme, y dejar que Lea y yo aparezcamos en el cuadro, además como el cuadro no se mueve constituye una promesa del amparo que uno añora en el medio de una separación, justo en ese momento, imperecedero a caballo entre no ser aún abandonado y el abandono definitivo…]
* Deperture. Alex Colville, 1962.
* Theorie der Drohung. Botho Strauss, 1975 [trad. Isabel García Wetzler]
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