23.8.09

Penes

«—¿A qué crees que estás jugando, exhibiéndote de esta manera?
—¿Y por qué no voy a poder exhibirme?
—Debemos pensarlo con calma. Si hay algo que pone nervioso a todo el mundo es una cosa enorme, gorda y feliz como tú.
—Ya estoy harto de tus tonterías —dijo el pene.
—Sin mí no eres nada —le dijo Doug.
—¡Ja! Es totalmente al contrario. He comprendido la verdad.
—¿Qué verdad?
—Eres un pene con un hombre enganchado. Quiero largarme.
—¿Adónde?
—Voy a trabajar solo. He estado explotado durante años. Quiero tener mi propia carrera. Voy a protagonizar películas más serias.
—¡Películas más serias! —exclamó Doug—. Mañana empezamos a rodar la continuación de mujercitas; se llama Tiarronas.
—Quiero interpretar a Hamlet —dijo el pene—. Nadie ha entendido bien la relación con Ofelia. Podrías ser mi ayudante. Podrías llevarme el guión y mantener alejadas a las fans.»

«Con todo, no cabía duda alguna de que el pene de su hermano era considerablemente más grande que el suyo, y da una rabia cuando esos dones caen tan cerca, en la propia familia, en la cama de al lado, y no en uno mismo. Andreas no podía evitar pensar de cuando en cuando cómo hubiera sido su vida con el pene de Ullrich. Sabía que no era justo separar a su hermano y su triste vida de su pene, porque eran todo uno, pero aún así… Nadie podía quitarle el derecho a pensar que a veces Dios se equivoca al repartir sus favores y si no sería mejor que Dios se dedicara a amontonar las virtudes en lugar de diseminarlas. La excelencia y no el equilibrio debería ser la meta. ¿No vale más un héroe que dos o tres o un millón de hombres vulgares?»

*Midnight all day. Hanif Kureishi, 1999.
*El hombre que inventó Manhattan. Ray Loriga, 2004.

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